Los rebaños de ovejas recorren los caminos de la provincia, aprovechan sus pastos hasta la última brizna de hierba y producen después, con generosidad, la leche con que se elaboran sus famosos quesos. Una gran obra de la naturaleza ese aprovechamiento del medio y su transformación en el manjar clásico que constituye el Queso Zamorano. Sin artificio, con autenticidad, la tradición de los maestros queseros ha llegado hasta nosotros y cada vez son más los lugares en que se recupera esta actividad antigua que constituye uno de los más importantes patrimonios de la provincia.