Nuestro gran escritor del Siglo de Oro, Quevedo, ya dejó escrito su mejor elogio a esta humilde legumbre de Fuentesaúco al alabar su famosa ternura. Y con ello dejó hecha por los siglos de los siglos la mejor crítica gastronómica que podía realizarse a este producto, que con los años ha ido incorporando muchos más puntos en su haber. Hoy son los gastrónomos quienes más valor le atribuyen, porque su mantecosidad y finura no son comparables con ningún otro, y los dietistas quienes aconsejan incluir garbanzos en una alimentación saludable.